Salió de España cuando estalló la Guerra Civil para dar conferencias en Francia y Gran Bretaña y ya jamás pudo volver. Su exilio no fue una huida, sino la imposibilidad de un regreso. Porque Luis Cernuda no se temió jamás a sí mismo. Sin embargo, el poeta de la calle Acetres, aquel que hizo de Sevilla un poema en prosa, parece estar abocado a no poder volver jamás a ningún lugar por el que hubiera pasado. Glasgow, la gran ciudad industrial de Escocia en cuya universidad trabajó como «assistant» entre 1939 y 1943, parece ser otro viaje sólo de ida en su biografía. Porque la cuna de la malta destilada no logra provocar su regreso al lugar donde escribió «Ocnos», ese monumento a la nostalgia de sus vivencias sevillanas y a la propia ciudad que sublimó en su memoria.
La Biblioteca Central de Edimburgo va a organizar entre los próximos 1 y 15 de octubre una serie de actos de homenaje al poeta para profundizar en los años de su exilio escocés. Para ello, los organizadores han solicitado material al Centro Andaluz de las Letras de la Junta de Andalucía y al Instituto de la Cultura del Ayuntamiento de Sevilla para llevar a cabo una exposición. Sin embargo, ninguno de los dos organismos ha atendido la solicitud escocesa en los últimos meses. La responsable de la sociedad Hispanic Arts Scotlands, que es la que organiza las actividades de la Biblioteca Central de Edimburgo, es precisamente sevillana. Su nombre es María Conte. Y su indignación es absoluta: «Me puse en contacto hace meses con el Centro Andaluz de las Letras para solicitar el material de la exposición que organizó sobre Cernuda en 2002 y, pese a que insisto e insisto, no logro que nadie me conteste, por lo que ya he tenido que desistir», explica a ABC. Con motivo del centenario del nacimiento de Cernuda, la Junta de Andalucía hizo una muestra en colaboración con la Residencia de Estudiantes de Madrid cuyo comisario fue James Valender. La Consejería de Cultura aún ofrece este material para exposiciones itinerantes, pero, según la queja de Conte, esta disposición parece ser una simple pose. Aunque no es el único organismo público con el que se ha puesto en contacto para este tributo al poeta sevillano: «He intentado también ponerme en contacto con el ICAS del Ayuntamiento de Sevilla, pero también ha sido imposible. Le doy un dato curioso: los correos electrónicos que aparecen en su web me vienen devueltos porque dice que son erróneos». A María Conte todo esto le parece «lamentable, porque no sé si no me responden por indiferencia hacia mi propuesta, por ineptitud o porque no hacen nada».
En el caso del Centro Andaluz de las Letras, la promotora cultural de la Biblioteca Central de Edimburgo asegura que «les expliqué que queríamos hacer unos actos para conmemorar los años en que Cernuda vivió allí, pero ni me han contestado, así que ya asumo que no quieren saber nada de mi propuesta». No en vano, Conte lamenta que esto es algo habitual: «Tenemos una exposición de fotos que ha hecho un prestigioso fotógrafo escoces sobre Cortes de la Frontera que queríamos llevar a este pueblo. Lo único que queríamos es que el Ayuntamiento nos cediera una sala y ni nos han contestado tampoco. Yo me avergüenzo de ser andaluza». Y es que María Conte no entiende la forma en que las administraciones públicas gestionan aquí la cultura, «que es una industria importante que genera muchos recursos». «La cultura mueve las emociones de la gente y y los responsables públicos andaluces no son conscientes de la responsabilidad que tienen».
Ellos serán los responsables, según la promotora de la Biblioteca de Edimburgo, de que el poeta Luis Cernuda no pueda regresar en plenitud al lugar en el que escribió «Ocnos» o aquel poema sobre Glasgow titulado «Cementerio en la ciudad»: «Como remiendos de las fachadas grises, / cuelgan en las ventanas trapos húmedos de lluvia». Cierto es que el genio sevillano siempre se quejó de sus años escoceses, de su escaso sueldo en la universidad, de sus «fachadas rojas manchadas de hollín». Pero es ahora aquella tierra la que lo reclama a él para que regrese de su largo viaje por el olvido de los escoceses. La Biblioteca de Edimburgo quiere acabar con el exilio de Cernuda en Escocia gracias a la iniciativa de una sevillana. Y su tierra nativa se opone con indeferencia para hacer bueno su propio poema: «Raíz del tronco verde, ¿quién la arranca? / Aquel amor primero, ¿quién lo vence? / Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida, / tierra nativa, más mía cuanto más lejana?». Ese fue su presagio de ida, aún ignorando que nunca habría vuelta: «Donde habite el olvido, / allí estará mi tumba».
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