¿COMO ERA SEVILLA EN LOS TIEMPOS DE LA FUNDACIÓN DE LA ACADEMIA?
Para conocer el cómo, el porqué y el cuando nació nuestra Academia, lo cual ocurrió hace más de trescientos años, es preciso repasar como era la ciudad por aquellos días.
Si nos situamos en los años finales del siglo XVII, y nos centramos en Sevilla, topamos con unos hombres que estaban deseosos de auparse en la aventura prometedora de los nuevos tiempos. Estos hombres, especialmente los médicos tenían un gran interés por la cultura y el saber y por eso se les llamó “ilustrados”.
En muchas casas señoriales, se reúne lo más selecto de la ciudad, en gratas tertulias vespertinas, y en elegantes saraos. Todo ello, en un ambiente liviano e insustancial.
Frente a estos hábitos, las personas discretas y prudentes se agrupan en tertulias literarias o científicas, porque sienten la necesidad de comunicarse, y de intercambiar conocimientos y experiencias.
En una de ellas, a la que se puso el nombre de “Veneranda Tertulia”, se debaten temas médicos de actualidad, se comentan los libros recién llegados y cada uno expone sus últimas experiencias, junto al enfermo.
FUNDACIÓN DE LA “VENERANDA TERTULIA”
El hecho fundacional se debe a un personaje de mentalidad abierta y modernista de excepción: don Juan Muñoz y Peralta.
Nació en la villa de Arahal, y fallece en Madrid, cuando ya llevaba muchos años siendo médico de los reyes. A los dieciocho años termina su carrera y a los veintitrés es nombrado Catedrático de Vísperas. (Se llamaba así porque las clases se impartían al final de la tarde). Dos años después, deja la Universidad, por no estar conforme con los atrasados métodos de enseñanza que se impartían entonces en la Facultad de Medicina.
Es sabido que la Terapéutica del momento se basaba en sangrías, purgas y enemas.
Corre el año del Señor de 1693. Esa es una fecha importante que no podemos olvidar: 1693.
En ese mismo año, don Juan funda la “Veneranda Tertulia”, una reunión de personas deseosas de avanzar en el conocimiento médico y filosófico. La formaban seis médicos y un “farmacópola”.
(El farmacópola no era el boticario propiamente tal, era más bien el preparador de las medicinas, un hombre de laboratorio).
Todos tenían ansias de saber y de progreso.
La “Veneranda Tertulia”, es la semilla de lo que será esta Real Academia.
Estos hombres propugnaban una Medicina más moderna, más acorde con lo que se hacía en el resto de Europa. Había que abandonar las clásicas sangrías, los purgantes, y los vomitivos, cosa muy ardua, considerando lo arraigadas que estaban, y siguieron estando, esas prácticas. Piensen ustedes que la sangría y los purgantes, se emplearon hasta bien entrado el siglo XX. Muchas de las personas mayores que andamos por las calles, cuando jóvenes nos purgaron con el clásico aceite de ricino, e incluso a alguno lo sangraron, con lanceta o con sanguijuelas.
Pero los “Venerandos” defendían el uso de los medicamentos que llamaban yatroquímicos, como el antimonio, la quina y los preparados del opio.
Aparte de eso, los “Venerandos” eran partidarios de dar pocas medicinas, En sus escritos lo dicen así: (textual)
“No haziendo tantos remedios, mas claro, dexando obrar à la Naturaleza, y no divertirla con tantas sangrias, purgas, cantharidas, ventosas, cordiales sin tiempo, y otros dos mil remedios, que no sirven de otra cosa, que de impedir que (la enfermedad) à su tiempo haga la crises”.
La “Veneranda Tertulia” duró siete años, pues ellos querían ser reconocidos de una manera oficial y ejercen su influencia en la Corte, de tal modo que el rey Carlos II, (cuadro) último de los Austrias, aprueba las “Constituciones”. Es el año de 1700.
A los pocos meses de la firma, muere el rey, sin dejar descendencia y entonces entra la dinastía de los Borbones. Cuatro meses después el nuevo Rey, Felipe V, (cuadro), primero de los Borbones, concede la “Célula Real”.
A partir de este año de 1700, la primitiva “Veneranda Tertulia Hispalense”, pasa a llamarse “Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla”, nombre con la que se le conoce hasta que, en 1830, Fernando VII ordena el de “Real Academia de Medicina y Cirugía”.
Durante bastantes años, la “Regia Sociedad, constituye la primera y solitaria Academia que existe en España, pues la de Madrid, como ustedes saben, no aparece hasta cerca de cuarenta años más tarde.
Desde su fundación, se nombra Patrón y Protector, al Espíritu Santo, para que “iluminase el entendimiento de los Socios”. De ahí ese hermoso cuadro, “La Venida del Espíritu Santo sobre la Virgen y los Apóstoles, en el Cenáculo”. (cuadro)
EL TRABAJO DE LA REGIA SOCIEDAD.
En el siglo XVIII, los socios desarrollan una gran actividad en hospitales, mataderos, cárceles, conventos, campamentos de gitanos, pobres y desheredados en general.
Su actuación en las epidemias que asolaban el país fue decisiva y atendieron prácticamente a las epidemias surgidas en toda España, siendo de destacar su actuación en Cádiz, Bilbao y Ceuta.
Una de las cosas más dignas de destacar es el trabajo de investigación científica llevada a cabo por los Socios. Por ello, la Regia Sociedad, ha sido reconocida como el primer centro de investigación científica que se establece en nuestro país, con su laboratorio en el que había los matraces y las máquinas más idóneas, incluso el primer microscopio conocido en España.
Acerca del microscopio, estoy obligado a decirles a ustedes algunas palabras. El doctor Marañón, dijo que el primer microscopio que hubo en España, lo tuvo el Padre Benito Jerónimo Feijóo. Eso ha sido aceptado siempre, dada la autoridad del doctor Marañón. Pero nosotros cuando escribimos la biografía del Fundador, don Juan Muñoz y Peralta, encontramos que los miembros de la “Veneranda Tertulia”, más de cuatro años antes que el Padre Feijoo, usaban ya un microscopio traído desde Inglaterra, a través del puerto de Cádiz.
Si pasamos ahora al siglo XIX, encontramos, la frontal oposición de los miembros de nuestra Academia, a la invasión napoleónica, hasta el punto que los médicos de la Academia sevillana, asistieron a los heridos y enfermos de Zaragoza, durante el sitio de la ciudad.
Por otro lado, se luchó contra las epidemias de fiebre amarilla, peste, cólera, tifus y lepra.
Se logró la orden del gobierno, para prohibir los enterramientos en las iglesias y para la construcción de los cementerios, fuera de las poblaciones.
Se realizaron campañas gratuitas de vacunación contra la viruela, que entonces hacía verdaderos estragos.
No dejaba de tener interés el asesoramiento sobre alimentos, potabilidad de las aguas y saneamiento de las ciudades. De un modo especial los socios estuvieron atentos a las sequías y a las grandes riadas del Guadalquivir que dejaban enfermedades y epidemias.
Mucha importancia tuvo el Jardín Botánico, con plantas traídas de América, hasta llegar a ser el primero en variedad de ejemplares.
Y así, la vida de la Real Academia continuó, con los altibajos lógicos, hasta nuestros días.
Lo que acabo de decirles es lo mas destacado para que ustedes se hagan una idea de la antigüedad y de la gran importancia que ha tenido y tiene la Real Academia de Medicina de Sevilla.
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Y ahora, si ustedes me lo permiten vamos a pasar a conocer la sede de esta Real Academia.
EMPEZAREMOS POR LOS CUADROS
Sabemos que la primera obra que los socios adquirieron fue la del Espíritu Santo. Lo lograron en 1776 con el cuadro que preside el Salón de Actos: “La Venida del Espíritu Santo sobre la Virgen y los Apóstoles, en el Cenáculo”
Como pueden ver es un cuadro realmente notable. Es anónimo, pero tenemos el recibo de que costó 125 r.v. y el marco 450. El artesano cobró más que el artista.
Es justo considerar la perspectiva, el escorzo de los personajes y la perfección formal del conjunto, para calificarla como obra realizada por mano maestra.
Podemos admirar luego la galería de los reyes bajo cuyo patronazgo se ha desarrollado hasta hoy, la Real Academia.
En primer lugar, CARLOS II. (cuadro), el enfermizo rey último de los Austrias, y al lado, su primera esposa, Doña. Mª Luisa de Orleans.
(La segunda fue doña Mariana de Neoburgo).
Estos cuadros son una copia exacta de los pintados por Carreño, que están en el Museo Lázaro Galdiano de Valladolid, y salieron de su mismo taller.
Tenemos otra pareja de retratos, en la Sala de Juntas, obra de Juan de Dios Fernández, también discípulo de Carreño.
Evidentemente Carlos II, llamado el Hechizado, fue un rey de poca fortuna, que gobernó sin mucho acierto, dominado por su madre y por los validos. Casó dos veces y no tuvo hijos.
Para nosotros tuvo de bueno que poco antes de morir firmó el Real Decreto de constitución de la “Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla”.
Como decíamos, Carlos II, muere sin hijos y le sigue en el poder,
FELIPE V (cuadro), el primero de los Borbones, con su segunda esposa, Isabel de Farnesio. (cuadro). La primera María Luisa de Saboya.
Estos cuadros son obra de Jean Ranc, pintor de cámara y consta que ya estaban en la Academia en 1737.
Felipe V, era francés, Philippe d´Anjou, nacido en Versalles y nieto del rey Luis XIV de Francia. Cuando llega a nuestro país, es un joven inexperto, tiene solo 18 años, es más bien hombre de cortos alcances, que no conoce nada de España, ni sabe hablar el castellano, cosa que no logró nunca con completa perfección. Siempre arrastró las “erres”, como todos los franceses arrastran las “erres”
Se trata de un rey débil y neurótico. Casa con María Luisa Gabriela de Saboya, que enferma de tuberculosis, muere a los 26 años.
Don Felipe viudo a los 30, cae en depresión. Entonces, los mandatarios reales se apresuran a casarlo con Isabel de Farnesio, familia de los duques de Parma. Esta es una hermosa mujer, fuerte y decidida. Se decía de ella que hablaba varios idiomas, y pronto habló el castellano.
Estos reyes están muy ligados a nuestra Academia, especialmente mientras la Corte estuvo en Sevilla, desde 1729 a 1734. Entonces, el rey concedió una serie de privilegios y beneficios económicos y ayudó a la Academia, de manera decisiva, con su real protección.
(Una cosa curiosa acerca de las características de la Corte de Felipe V, es al caos que reinaba en ella. Yo siempre digo que era una pequeña Babel.
Verán ustedes: Al principio quedó un pequeño grupo de cortesanos alemanes y flamencos, restos de la anterior dinastía. Luego estaba el importante grupo de franceses, llegados con el cortejo de Felipe V. Otra fracción, la más reciente, la formaba la numerosa comitiva llegada de Italia con la nueva reina. Finalmente estaban los cortesanos españoles, que se sentían relegados y amoscados, entre el barullo de tanta indumentaria foránea, tanto idioma ajeno y sobre todo, tantos privilegios para los extranjeros.
Parece ser que por ello, su distracción preferida era afanarse en entorpecer cuanto podían la marcha de los negocios de Palacio. Cambiaban el orden de los papeles puestos a la firma del rey y colocados encima de su mesa. Lo que ahora les cuento es verídico y contrastado, sin concesiones a la fantasía.
Por favor, imagínense ustedes la escena: Los pasillos y salones de Palacio repletos de gentes, la mayoría forasteros, a la espera de audiencia, en grupos aislados, serios, ceremoniosos, hablando, cada grupo, en su lengua.
El rey, en su despacho, se da cuenta de que le han barajado los documentos, monta en cólera y sale por las estancias gritando, siempre en francés: “¡Je suis le roi!, ¡je suis le roi!” (yo soy el rey, yo soy el rey). Detrás, desaforada, va la reina Isabel, con frú-frú de faldas de raso, lloriqueando: “Mio cuore, mio cuore”, (Corazón mío, corazón mío). Cerrando la comitiva va presuroso el Médico Real, con un frasco de sales en la mano.
Los visitantes, perplejos, se inclinan al paso de los regios personajes, un poco asustados. En un rincón, dos españoles de capa y espada toledana, bigote fino y perilla breve, se miran burlonamente.
El rey era un neurótico, que fue empeorando hasta la esquizofrenia. Los mismos médicos reales decían que padecía
“Frenesí, melancolía, morbo y manía hipocondríaca”
La enfermedad le hizo abdicar, en 1724, a favor de su hijo Luis, que sería Luis I. El reinado duró sólo seis meses, de febrero a agosto, por muerte del joven rey, debido a las viruelas. Tenía 17 años.
Felipe V, volvió a ceñir la corona. Por eso se le ha llamado “el rey que reinó dos veces”. Murió a los 62 años, de una apoplejía, quizás un edema de glotis. La reina veinte años mas tarde, con 73 años, y enormemente obesa.
Al otro lado tenemos a
FERNANDO VI, hijo de Felipe V y de su primera esposa, María Luisa de Saboya. ebajo la reina Bárbara de Braganza, que murió joven y el rey la siguió pronto, dice la leyenda que por tristeza de amor. Son retratos obra también de Jean Ranc, (1778).
Aquí quería yo hacer una observación. Y es que los pintores de Cámara, solían ser piadosos con sus regios modelos. Verán ustedes, lo digo porque no encaja lo que dicen los testigos de la época y lo que vemos en los cuadros.
Doña Bárbara, la portuguesa, la vemos aquí encantadora, de rostro agraciado, muy mona, vaya, con su delicada flor en la mano, su cinturita estrecha, inverosímil, y su escote suave y tierno a la vez. El tocado y el traje son lujosos y refinados. Pues bien, el embajador de Francia escribe al Regente Duque de Orleans y no se muerde la lengua, dice:
“La de Braganza es una muchacha fea (laideron), y además con la cara destrozada por la viruela, de corta estatura, gorda, (ragote et trapue), o sea rechoncha y rechoncha, y también descuidada en el vestir”.
Conocemos un retrato de ella, ilustrativo de lo dicho.
Con respecto la Academia, Fernando VI, decretó conservar los privilegios concedidos por su padre, firmando en 1754 una cédula al efecto. Pero, no lo crean ustedes. Un papel mojado. La verdad es que las ayudas económicas no llegaron nunca, perdiéndose el dinero en los vericuetos de la Administración del Estado.
Quizás lo mas llamativo que hizo, fue conceder a los socios, el permiso para
“Usar, leer y tener Libros prohibidos por el Santo Oficio de la Inquisición sobre las partes médicas”
El decreto tampoco valía gran cosa, porque en Sevilla cualquier Bachiller en Artes o clérigo de Menores, de esclavina o sin tonsura, tenía libros prohibidos y la Inquisición expedía, todos los años, numerosos permisos de lectura. Eso indica que si se pedían muchos permisos es que abundaban los libros. La Inquisición perseguía brujas y no libros. Y, aparte de ello, el famoso “Índice” no se editó hasta bien entrado el siglo.
Fernando VI heredó de su padre fuertes depresiones, que le condujeron a la locura furiosa, teniendo que ser internado en el castillo de Villaviciosa de Odón cerca de la Corte, donde murió.
No tuvo descendencia, y le sucedió en el Trono, su hermanastro, Carlos, hijo de Felipe V y de Isabel de Farnesio, CARLOS III, Debajo su esposa Mª Amalia de Sajonia.
Los cuadros son obra de Lorenzo de Quirós, (1784), encargados por la Regia Sociedad.
Del rey, tiene la Academia otro magnífico retrato, obra del pintor napolitano Giuseppe Bonito.
Carlos III, mal aconsejado, expulsó a los jesuitas, y entonces concedió a la Regia Sociedad, el uso, del llamado “Colegio de los Irlandeses”, que había pertenecido a Compañía de Jesús, y que era un caserón mal conservado, cerca de la Campana, en la calle de las Armas (actual Alfonso XII).
La concesión era provisional y realmente, hasta treinta y cuatro años mas tarde, no se toma posesión de la casa, enseres y cuanto contenía. La Academia estuvo allí por bastante más de un siglo.
Luego la Academia peregrinó, de prestado, por edificios del Parque de María Luisa, Plaza de América y torre sur de la Plaza de España. Finalmente en este edificio en que nos hallamos, antiguo convento de la Orden de San Francisco, que ya es propiedad nuestra, desde 1976.
Sigue CARLOS IV y Mª Luisa de Parma.
Pintura de Francisco Miguel Ximénez, (1789) discípulo de Goya que copió los originales: uno, el del rey, está en el Museo de Santiago de Compostela, y el de la reina, en la embajada de España en París.
Aquí hay tres personajes a considerar: el rey, la reina y el valido D. Manuel Godoy.
El rey dejó sin efecto asignación fija alguna para la Academia. Así es que esta se quedó totalmente en el aire. Se trataba de un ser un tanto ambiguo, gordito, sonrosado, de ojos asustados, nariz grande caída sobre una boca estrecha, con su peluca empolvada de la que no se desprendía jamás.
Era glotón y se hizo obeso. Padeció dos ataques de angina de pecho y la gota en los pies, la llamada podagra, le atormentó por mucho tiempo, Finalmente la malaria acabó con su vida en 1819.
Luego hay que hablar de la reina. Se casa a los catorce años y sube al trono a los treinta y siete y ya ha tenido diez hijos y cuatro abortos. El embajador ruso en España, escribe al zar y le dice que es una
“vieja, fea, amarillenta y desdentada”.
Vean ustedes el sombrero. Dicen que Goya, al pintarla, se entretuvo con el exagerado sombrero para que se pasara por alto la cara.
Pues bien, a pesar de ello, tuvo líos amorosos con Godoy, al que doblaba la edad, con el marqués de Urquijo y con otros palaciegos, servidores y criados, en un número indeterminado. ¡La fea!
Sin embargo, reconozcamos que de joven era atractiva. La ninfomanía la destruyó.
Finalmente, en la Corte, hay que considerar a, Manuel Godoy, el amante de la reina, que al mismo tiempo, era valido del rey, el cual lo trataba con un cariño y un afecto sospechosos, colmándole de riquezas, títulos y distinciones. Incluso se lo llevó con él al destierro.
FERNANDO VII, e Isabel de Braganza, su segunda esposa. Son obra de Joaquín Bejarano (1814 y 1817).
El rey no valía gran cosa, dejándose prender por Napoleón y entregándole la corona de España para su hermano José. Al regreso fue un dictador absolutista, revocando la flamante Constitución de Cádiz de 1812, y persiguiendo con saña cuantos la fundamentaron, incluyendo quienes le habían defendido, y a los que debía su regreso.
La reina llega a Cádiz desde Brasil en 1816, es fea y viene sin dote. Un papel en las verjas del palacio real, decía:
“Fea, pobra y portuguesa, ¡chúpate esa!”.
Este rey, en 1831, decretó que la “Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla”, pasara a denominarse “Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla”. Eso fue todo. A la Academia no le ayudó nunca.
A la reina se le debe la creación del Museo del Prado y la Real Fábrica de Porcelanas de la Moncloa.
Fernando VII, casó cuatro veces. Nosotros tenemos también el retrato de la tercera, doña María Josefa Amalia de Sajonia, pintado por el sevillano José María Arango, en 1823.
La reina salió del convento a los dieciséis años, para casarse con el rey. Sólo reinó dos años.
De los tres primeros matrimonios, no tuvo descendencia y entonces los diplomáticos de la Corte, le sugieren una novia con una clara tendencia fecunda y procreadora, pero él personalmente eligió a su sobrina carnal, a la que llevaba más de veinte años
MARÍA CRISTINA DE BORBÓN. (Es esta dama tan encopetada de la parte de abajo). Una mujer guapa, con su abanico en la mano y su traje estilo imperio. Fue pintada por Cabral Bejarano (1842).
La novia vivía en París, la boda fue por poderes, y cuando la reina llega a la Corte española, aparecen pegados por las esquinas del Madrid castizo, unos pasquines dedicados a ella, que decían:
Hermosa flor de lis / Que de París venís / Si parís, el rey feliz / Si no parís ¡a París!
De momento, doña Cristina no tuvo que regresar a París, ya que nacieron Isabel, la que sería Isabel II, y María Luisa, que casó con el duque de Montpensier, ligándose a nuestra ciudad.
El rey muere en 1833, y doña María Cristina, se apresura a casarse, en secreto -secreto a voces- con un componente de su guardia de Corps, llamado Fernando Muñoz, con el que tiene ocho hijos. Ella es nombrada “Reina Gobernadora”, hasta que la revolución de 1840, puso la Regencia en manos del general Espartero.
La reina se exilió en París por algo más de tres años. Al regresar, hizo oficial su boda con el guardia de Corps, al que se concedió el título de duque de Riansares, marqués de San Agustín y teniente general de los Reales Ejércitos. El matrimonio morganático duró cuarenta años.
Y pasamos a ISABEL II, (Es el cuadro situado arriba), obra de Cabral Bejarano.
De Isabel II, ya saben ustedes: la abolición de la ley sálica, que impedía reinar a las mujeres. Se le concede la mayoría de edad a los trece años. Luego se convocan las Cortes Generales para nombrarla reina y finalmente la casan, en contra de su voluntad, con su primo D. Francisco de Asís de Borbón, de tendencias homosexuales. La propia reina declaró a Pérez Galdós:
“Que le diré de un hombre que en la primera noche llevaba en su camisón más encajes que yo”
Sin embargo, parece que don Francisco de Asís, tenía más de una amante y mantenía a varios hijos naturales. Así que eso de la homosexualidad se tambalea bastante.
Surge el problema dinástico y el hermano de Fernando VII, Carlos María de Borbón, reclama el trono por las bravas y se organiza la guerra carlista.
Isabel II tuvo hasta nueve hijos, de dudosa paternidad que morían al nacer, quedando sólo las infantas Isabel apodada “la Chata” y Eulalia de carácter un tanto casquivano, y finalmente el que sería Alfonso XII.
Esta reina terminó con un amante fijo, un tal Carlos Marfori, al que nombró Gobernador de Madrid, Ministro de Ultramar y finalmente Intendente de Palacio, añadiéndole el título de marqués de Loja, su villa natal.
Las gentes no estaban contentas con la manera como la reina llevaba los asuntos de estado y la revolución empezó en Cádiz en 1868. En septiembre de ese año y después de la batalla del puente de Alcolea, tuvo que exiliarse en París, acompañada de Marfori. Lo primero que hizo fue separase de su esposo y abdicar en su hijo, para que no se perdiera la dinastía.
Desposeída Isabel II del trono, se introduce como una cuña, la figura de
Don AMADEO I, de Saboya, nombrado rey por las Cortes Constitucionales, en 1870, bajo la presión de los generales Prím y Serrano. (No tenemos retrato de él).
Había nacido en Turín y ocupa el trono sólo un año y un mes (2-I-1871 a 11-II-1873). Podía haber sido un buen rey, pero no había manera de poner de acuerdo a los militares, aristócratas y políticos. España estaba empobrecida, había revueltas y constantes tensiones. Don Amadeo, que era hombre de buena voluntad, se cansó de tanta lucha y un día, cogió los bártulos y se fue a Lisboa y de allí a Italia, para no volver.
Se constituye entonces, la Primera República, de corte federalista y gran turbulencia, que sólo duró once meses, con la disolución del Congreso por el pronunciamiento del general Pavía.
Finalmente, el general Arsenio Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso XII como rey de España. Aceptados de nuevo los Borbones, viene el periodo llamado “La Restauración”, con
ALFONSO XII que casó con su prima, la sevillana, Dña. Mª de las Mercedes, hija de los Montpensier. Pareja esta conocida por su proyección folclórica, como romántica y enamorada.
Sus retratos son los dos hermosos cuadros que ustedes han podido admirar en el zaguán de esta casa, firmados por Wssel de Gimbarda, en 1878.
La reina murió muy joven, de tuberculosis, sin descendencia, reinando sólo 154 días. Alfonso XII, casó luego con doña María Cristina de Absburgo-Lorena y nació el que sería el rey don Alfonso XIII.
ALFONSO XIII está al fondo de este salón, en una copia libre y moderna de la obra de Alfonso Groso, que está en la Real Maestranza. Fue realizado por Josefina Montaña, en 1993.
Este rey casó con doña Victoria Eugenia de Battemberg, (no tenemos retrato de ella).
Finalmente aquí, en la cabecera del salón, los actuales Monarcas,
Don JUAN CARLOS I y Doña. Sofía de Grecia.
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Como ven ustedes, tenemos un Salón de Actos monárquico y borbónico de aquí te espero.
Al fondo, flanqueando el retrato del D. Alfonso XIII, están, a la izquierda, la representación del famoso médico Nicolás Monardes, donación del Ayuntamiento de nuestra ciudad. Monardes tenía en la calle Sierpes un jardín botánico con todas las plantas traídas de América, por los capitanes de los barcos que hacían la ruta.
Y en el otro lado, el retrato del gran cirujano renacentista D. Bartolomé Hidalgo de Agüero, en una bella y libre interpretación, realizada por nuestra Académica Correspondiente, Josefina Montaña.
Pero tenemos muchos mas cuadros, repartidos por toda la casa
VESTÍBULO
Buen Pastor Siglo XVIII. Se atribuye a Murillo. Es la puerta del Sagrario de la iglesia.
También pertenecen al taller de Murillo, los retratos de
San Ignacio de Loyola, y
San Francisco Javier, ambos de 1681.
El Niño de la Espina, Siglo XVIII, de autor anónimo. Se ha dicho que podía ser de Zurbarán.
Busto sobre columna (?)
ESCALERA
Virgen del Pópulo, Principios del siglo XVII. Es copia de un icono bizantino que se encuentra en la Iglesia de San Juan de Letrán, en Roma. Se cuestiona su posible origen armenio.
Jesús vestido con hábitos jesuitas, siglo XVII, obra de los hermanos Gil de Mena de Valladolid.
San Francisco Javier bautizando a los infieles,
Obra anónima, del siglo XVIII. Es una réplica de Murillo. En la Catedral existe otra reproducción.
En el descansillo de la escalera
Dña. Mª Josefa Amalia de Sajonia. Se trata de la tercera esposa de Fernando VII, obra de José Mª Arango, fechada en 1823. Según el rótulo, procede de la Congregación de Esclavas de Jesús y María, de la que la reina era Hermana Mayor Perpetua. Esta es la reina que había salido del convento para casarse con Fernando VII.
Segundo rellano de la escalera
San Nicolás de Bari, anónimo del siglo XVIII, copia de un retablo de la iglesia del Pozo Santo.
GALERÍA DE PRESIDENTES (22 cuadros)
D. Jorge Cisneros de Sotomayor (1780-1834)
D. Javier Lasso de la Vega Chinchón (1873-85)
D. Teodoro Muñoz de las Cajigas (1886-1902)
D. Javier Lasso de la Vega Cortezo (1902-1912)
D. Enrique Romero Pedreño (1912-1914)
D. Gabriel Lupiáñez Estévez (1914-1916)
D. Francisco Sánchez Pizjuán (1916-1919)
D. Enrique Tello García (1919-1921)
D. Pedro Martínez de Torres (1921-1923)
D. Mauricio Domínguez Adame (1923-1927)
D. Vicente Hernández Irala (1927-1929)
D. Miguel Royo Gonzálvez (1929-1931)
D. Luis Vázquez Elena (1931-1935)
D. José Salvador Gallardo (1935-1939)
D. Vicente Hernández Irala (1939-1941)
D. José González-Meneses Jiménez (1941-1943)
D. Blas Tello Rentero (1943-1945)
D. Eloy Domínguez Rodiño (1945-1951)
D. Cristóbal Pera Jiménez (1951-1055)
D. Antonio Cortés Lladó (1955-1973)
D. Gabriel Sánchez de la Cuesta (1973-1982)
D. Juan Jiménez-Castellanos (1982-2001)
D. Antonio González-Meneses y Gonlez-Meneses
Dos grisallas representando una al
Dr. D. Antonio Salado (García Ramos)
Dr. D. Federico Rubio (García Ramos)
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“El suplicio de los Comuneros”, boceto de Gisbert Pérez, del cuadro que está en el Palacio de las Cortes
AULA SEGUNDA PLANTA
Virgen de los Ingleses, anónimo del siglo XVI. Gran devoción entre los jesuitas ingleses.
San Lorenzo, Anónimo, siglo XVI, adquirido para la Iglesia de la casa de la Sociedad en 1777.
Santa Catalina de Alejandría, igual que el anterior. Podría ser del taller de Villegas y Marmolejo.
San Francisco, anónimo, siglo XVI-XVII
10 Grabados anatómicos, Realizados por el grabador francés Gautier, fueron compradas en París, en 1788 por el doctor Jacobe, cirujano francés de Montpellier contratado por la Regia Sociedad como profesor de Anatomía. Estuvo 18 años en nuestra ciudad.
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SALA DE JUNTAS
Tenemos aquí obras de gran importancia e interés:
Crucificado, de Francisco Pacheco, suegro de Velázquez. Está rigurosamente incluido en las normas que dio el propio Pacheco, sobre los Crucificados:
“cruz de tres cuartos... los pies clavados con clavos... y no un pie sobre otro... de lo que se sigue que los clavos de Cristo fueron cuatro y no tres, como muchos piensan”.
En la tertulia de Pacheco, alguien escribió:
¿Quién te ha puesto así Señor
Tan amojamado y seco?
Tú dirás que el Amor
Más yo digo que Pacheco
Imagen de la Virgen, talla policromada, obra de La Roldana, sobre 1680.
Apostolario, del año 1777, (660 r.v.). Es obra de Esteban Márquez, discípulo de Murillo. Igual en la Sacristía Mayor de la S.I.Catedral.
Carlos II y Mª Luisa de Orleans, obra de 1790, realizada por Juan de Dios Fernández, discípulo de Carreño.
Ignacio de Loyola, atribuido a Alonso Sánchez Coello. Se dice que fue pintado tomando modelo de la mascarilla del Santo.
Boda de Isabel de Farnesio, celebrada en Parma, Grabado, perteneciente al libro de la boda.
Biblioteca (despacho)
Retrato de don Guillermo Jacobe, dibujo sobre papel, obtenido de un medallón de la época. Cirujano francés.
Sala de lectura
Dos retratos del matrimonio Poderón, académico farmacéutico de principios del siglo XX, donados por su nieto.
Sala de Juntas del edificio moderno
La Magdalena, lienzo de gran formato, obra de Francisco Antolínez, de finales de siglo XVI. Este pintor sólo pintaba cuadros pequeños, de modo que este es una excepción.
Crucificado, del XVII, anónimo, escuela Zurbarán
Beato Diego José de Cádiz, Anónimo, de finales de siglo XVIII. Era Miembro de Erudición de esta Academia. (Donación de los frailes capuchinos de Sevilla). El beato, en el año de 1792, predicó en la Regia Sociedad.
Prof. Carlos Jiménez Díaz, Es donación de la Fundación Jiménez Díaz
Prof. Severo Ochoa. Es donación de la “Casa de Asturias en Sevilla”
Carlos III (Giuseppe Bonito)
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LIBROS MODERNOS
Tenemos un total de trece mil títulos, dedicados especialmente a la Medicina, aunque también existen ejemplares de los más variados temas. Algunos de ellos, resultan ya muy difíciles de encontrar.
ARCHIVO
El archivo contiene un número indeterminado de documentos que de forma aleatoria puede estimarse en unos veinticinco mil. Llevamos años con la clasificación y estudio, trabajo que tenemos ya muy adelantado. Varias tesis doctorales, tres libros y numerosos trabajos han salido ya de estos papeles.
LIBROS ANTIGUOS
En nuestra Biblioteca encontramos ejemplares de todas las Ciencias: Literatura, Historia, Arte, Gramática, Astronomía, Geografía, Botánica, Zoología, Medicina popular, Metafísica, temas militares, de viajes y un largo etc.
Entre los más curiosos están: Catálogos de herbolarios. Plantas. Obras referentes a la calidad de los vinos.
Entre los anecdóticos hay libro sobre “el hombre-lobo”, del año 1615. Otro que trata del unicornio y un texto titulado “Salamandrologia”, acerca de aplicaciones médicas de la salamandra.
Hay cuatro libros, acerca de como debe vestirse la mujer elegante del siglo XVI (1574).
Disponemos de incunables, pergaminos, libros básicos escritos en los albores de la Medicina, bellísimos grabados de Anatomía, textos hipocráticos y obras galénicas. De Avicena, de Averroes, de la medicina ejipcia y de la India.
Diccionarios como el de Antonio de Lebrija y también de Numismática.
Libros primitivos, sobre Física y Química, como el de Lavoisier, ilustrados, todos ellos, con esquemas de los aparatos empleados en aquellos tiempos.
Farmacopeas y formularios, desde 1587, la llamada Concordia que es de 1511, libros de Botánica con grabados a plumilla de una admirable perfección artística. Textos sobre la flora, tanto autóctona, como la de Chile y del Perú.
Libros sobre manantiales de aguas medicinales de España y de Andalucía con sus indicaciones médicas, que, por cierto, se apartan muy poco de las vigentes en la actualidad.
Curiosas listas de médicos, cirujanos, matronas y sangradores que actuaban en los pueblos andaluces en siglos pasados.
Libretas de campo, con dibujos hechos a mano y esquemas originales de pájaros curiosos.
Tenemos los más hermosos grabados, en gran formato, sobre las bellezas encontradas en las ruinas de Herculano, la ciudad sepultada por las lavas del Vesubio, allá por el año 79, siendo emperador Tito.
Y un número muy alto de documentos, legajos, cartas y Disertaciones de nuestros antecesores en la Academia.
(Libros incunables los editados desde 1450 hasta 1500”. (Gutemberg. Maguncia).
Post-incunables los que van desde 1500 a 1520.
Libros o impresos antiguos, los posteriores al año 1521, hasta llegar a 1825).
Esta Academia dispone de cuatro incunables, ocho post-incunables, bastantes raros y curiosos.
Incunables
1484.- El llamado “Herbario de Maguncia” (“Herbarius seu de virtutivus harbarum”). Edi.Maguncia. (único en España) RES 254
1498.- BENZI, Ugo “Primo canonis Avicenne”. Editado en Venecia. RES 163/2
1499.- FIRMICO, Julio.- “Astronomicorum libro octo”. Editado en Venecia. RES 10
1499.- ALBERTO MAGNO, San.- “De virtutibus herbarum, lapidum et animalium”. Editado Rouen. RES 556/3
Post-incunables
1508.- ALBERTO MAGNO.- “Secreta virorum et mulierum”. Editado en Rouen. RES 556/2
1508 .- CHAMPERII, Symphoriani.- “De triplici disciplina”. Iniciales a mano. Ed. Lyón. RES 510
1508.- GUANERIO, Antonio.- “Incipit tractatus de agritudinibus capitis”. Imp. Venecia. RES 163
1516.- CHAMPIER, Sinforiano.- “Symphonia Platonis; cum Aristotelis & Galeni, cum Hipocrate”. Editado en París. RES 200
1517.- “Ortus sanitatis: de herbis et plantis; de animalibus et reptilibus; de avibus et volatibus; de Piscibus et natatilibus”. Estrasburg. RES 821
1519.- IURY, Jean.- “Scrinium Medicine;primus tertius librum Pronosticorum Hypocratis”. Las iniciales a mano con adornos vegetales. RES 585
1520.- AVICENA.- “Primus (quintus) Avi. Canon: Avicenne medico”. RES 8/1 y 4/1
1616.- DUNCANI BORNETTI SCOTI “De preparatione et composiitione medicamentorum chymicorum artificiosa”. RES 199 (ejemplar único en España).
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