El día 28 de Diciembre varios miembros de nuestra Asociación hicimos una visita al Hospital de la Caridad
para estar un rato con las personas allí residentes y hacer una primera toma de contacto para la actividad que
se va a iniciar en Enero.
Tanto por parte de la directora como de todas las personas que nos recibieron todos fueron agradecimientos por haber podido ir hacerles una visita en unos fechas tan entrañables, para las personas que no tienen familia o viven lejos de ellos.
Enlaces de interes
La Asociación Ocnos de Amigos de la Biblioteca Infanta Elena de Sevilla, tiene como objetivo principal la promoción de los servicios de esta biblioteca, a través de la organización y participación en actividades socioculturales. Su actividad está dirigida especialmente a colectivos con especiales dificultades de integración social (tercera edad, infancia, inmigrantes, discapacitados, mujeres maltratadas, desempleados etc.).
jueves, 29 de diciembre de 2011
viernes, 16 de diciembre de 2011
Visita a la Real Academia de Medicina de Sevilla
¿COMO ERA SEVILLA EN LOS TIEMPOS DE LA FUNDACIÓN DE LA ACADEMIA?
lunes, 12 de diciembre de 2011
Los actos por el nacimiento de Bécquer comenzarán con una liberación de libros
El monumento a Bécquer del escultor Lorenzo Coullaut Varela.Los actos comenzaran con una liberación de libros dará inicio en la Glorieta de Bécquer, ubicada en el sevillano Parque de María Luisa, a las actividades que la Delegación de Cultura del Ayuntamiento hispalense ha diseñado para conmemorar los 175 años del nacimiento del poeta Gustavo Adolfo Bécquer y el centenario de dicho enclave sevillano, construido por el escultorLorenzo de Coullant Varela e inaugurado el 9 de diciembre de 1911, y que concluirán el próximo jueves día 15 de diciembre con la inauguración de la exposición 'La construcción del mito Bécquer. El poeta en su ciudad, Sevilla 1871-1936'. En una nota, la concejal de Cultura del Ayuntamiento hispalense, María del Mar Sánchez Estrella, ha animado a los sevillanos a celebrar "este día tan emblemático" participando en este movimiento de liberación de libros, que contará con la colaboración de 'Book Crossing Sevilla', que utiliza este lugar para sus actividades desde hace años.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
jueves, 1 de diciembre de 2011
NICANOR PARRA, PREMIO CERVANTES 2011
Poeta y académico chileno, ya nonagenario, es además de matemático y físico, uno de los grandes "antisistema" del universo poético" (Diario El Mundo)
"SIETE
son los temas fundamentales de la poesía lírica
en primer lugar el pubis de la doncella
luego la luna llena que es el pubis del cielo
los bosquecillos abarrotados de pájaros
el crepúsculo que parece una tarjeta postal
el instrumento músico llamado violín
y la maravilla absoluta que es un racimo de uvas"
"Para abrir boca...Documental sobre Nicanor Parra, dirigido por Guillermo Cahn. (1ª parte)
"SIETE
son los temas fundamentales de la poesía lírica
en primer lugar el pubis de la doncella
luego la luna llena que es el pubis del cielo
los bosquecillos abarrotados de pájaros
el crepúsculo que parece una tarjeta postal
el instrumento músico llamado violín
y la maravilla absoluta que es un racimo de uvas"
"Para abrir boca...Documental sobre Nicanor Parra, dirigido por Guillermo Cahn. (1ª parte)
martes, 29 de noviembre de 2011
José Luis Sampedro, Premio Nacional de las Letras
El escritor José Luis Sampedro (Barcelona, 1917) ha ganado hoy elPremio Nacional de las Letras, que concede el Ministerio de Culturaen reconocimiento a su trayectoria literaria y al conjunto de la obra de un autor español.
Este premio, el más prestigioso tras el Cervantes de cuantos se otorgan en España y dotado con 40.000 euros, reconoce la larga trayectoria de Sampedr, que ha publicado novelas y obras de teatro desde hace más de medio siglo, además de haber ejercido la docencia durante décadas.
El jurado que ha fallado el premio ha estado presido por el director general del Libro, Rogelio Blanco y han formado parte de él, entre otros, José Antonio Pascual, Jordi Cornudella, María José Rivera, Anna Caballé y los dos últimos autores galardonados, Rafael Sánchez Ferlosio (2009) y Josep María Castellet.
José Luis Sampedro es "uno de los más importantes escritores vivos en lengua castellana, así como una referencia intelectual y moral de primer orden en la España de la segunda mitad del siglo XX", ha destacado el Ministerio de Cultura al informar del premio. Catedrático de Estructura Económica, ex senador y miembro de la Real Academia Española desde 1990, ha conciliado el desempeño de altos cargos administrativos y académicos en el área económica con una reconocida producción literaria. "En todas estas facetas ha alcanzado la aceptación del gran público y el reconocimiento y respeto de la crítica especializada", ha destacado Cultura.
«Una economía más humana»
El pensamiento de Sampedro se proyecta sobre la naturaleza social de la actividad económica y sus efectos sobre la realidad social en que se desarrollan. "De este modo, aboga por una economía más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos", ha remarcado Cultura.
«Aboga por una economía capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos»
La concepción humanista del profesor Sampedro "alienta también lo más destacado de su producción literaria", señala Cultura, que destaca entre sus obras algunas consideradas "claves" de la narrativa española de fin de siglo, como "Octubre, octubre" (1981), "La sonrisa etrusca"(1985), "La vieja sirena" (1990), "Real Sitio" (1993), "El amante lesbiano" (2000), "Escribir es vivir" (2003), "La senda del drago" (2006), y "La ciencia y la vida" (2008). "Es la suya una producción prolífica, desarrollada al margen de las corrientes literarias, y marcada por su postura vital de contribuir, desde la educación, la cultura y la transmisión del saber, a la consecución de un mundo mejor", ha destacado el Ministerio.
viernes, 25 de noviembre de 2011
Próxima reunión
La próxima reunión de nuestra Asociación, tendrá lugar el día 1 de Diciembre a las 7 de la tarde
en el aula de la primera planta. Para que todos los que estén interesados puedan asistir.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Francisca Aguirre, Premio Nacional de Poesía 2011, la palabra directa
"El compañero de mi vida lee un libro sobre Kafka.
Al cruzar el pasillo yo lo miro de refilón:tiene su rostro la expresión de un niño,
ese gesto que teníamos cuando leíamos tebeos,
lee como si el libro fuera un libro de aventuras.
Y algo en mí rie para adentro,
algo se pone alegre, muy alegre.
Me bebo un vaso de agua
y brindo por la dicha que me espera."
Aventura
jueves, 10 de noviembre de 2011
Visita a la Biblioteca de la Real Academia de Medicina de Sevilla
El miércoles 30 de noviembre a las 12:00 h. iremos a visitar la biblioteca de la Real Academia de Medicina de Sevilla, sita en la calle Abades 10-12 de Sevilla. La visita estará guiada por D. José María Montaña, académico de número y bibliotecario.
Actividad abierta y gratuita, persona de contacto María Romero.
Para confirmar visita: mari1romero@gmail.com
¡¡¡ Nos vemos!!!
ASOCIACIÓN “OCNOS” DE AMIGOS DE LA BIBLIOTECA INFANTA ELENA DE SEVILLA
Visita a la Real Academia de Medicina de Sevilla
30 de Noviembre de 2011. 12:00h.
La Real Academia de Medicina de Sevilla, es la primera que se funda en España en 1700. Reúne una decena de incunables (impresos antes de 1500) como el “Virtutíbus herbarum” libro dedicado a las plantas y que está ilustrado. El millar de libros antiguos (impresos antes de 1800) como “El libro de los pájaros del Danubio” (1726).
También son incunables el tratado de “Fiebres” que sigue al canon de Avicena, editado en 1498, y el tratado de “Astronomía”, de 1499.
Hay un libro especial que es el que recoge los fastos de las bodas reales entre Felipe V e Isabel de Farnesio en 1714. Es singular, además porque representa al monarca que le otorgó a la Academia tal rango y la dotó, en 1729, cuando la corte estaba en Sevilla, del equivalente en dinero al resultado de subastar “cien toneladas anuales” de algunas de las mercancías procedentes de América, que arribaban, entonces, a Sevilla.
Como cualquier biblioteca, también está hecha de muchas donaciones, esta tiene ejemplares raros y heterodoxos, no solo de las distintas disciplinas que abarcan la ciencia y la medicina, también sobre cómo ha de vestir la mujer elegante en el siglo XVIII o de licantropía.
La Academia de Medicina de Sevilla reúne una colección de retratos reales, pinturas religiosas y científicas; también un modesto museo con algunos aparatos antiguos.
Basado en:
“LIBROS QUE ALIENTAN LOS SUEÑOS”
Artículo de El País Andalucía. 26 de septiembre de 2010
martes, 8 de noviembre de 2011
domingo, 6 de noviembre de 2011
miércoles, 26 de octubre de 2011
Un libro reivindica la poesía de Fernando Villalón dentro del 27
La figura de Fernando Villalón (1881-1930) ha sido una de las más inclasificables dentro de la Generación del 27. Ganadero por vocación y poeta tardío, cultivó la amistad de Sánchez Mejías, de Alberti y de otros muchos grandes poetas de aquella época. El catedrático francés Jacques Issorel se ha acercado a su mundo a través del libro «Fernando Villalón, la pica y la pluma» (Ediciones Espuela de Plata).
El acercamiento de este experto en la poesía española del siglo XX a la figura de Villalón fue muy curiosa: «El director de tesis doctoral a quien elegí el mismo año en que empecé a enseñar en la Universidad de Perpiñán (1971) me propuso trabajar sobre un poeta mexicano del siglo XX: Xavier Villaurrutia. (...) Quiso la casualidad que leyera entonces en una revista hispánica francesa la reseña de un librito dedicado a Fernando Villalón. Era la tesis de licenciatura de una antigua estudiante de la Universidad de Rennes (Bretaña), que había publicado su autor en una pequeña editorial parisina. Ese poeta, ganadero andaluz idealista y fracasado, amigo de Sánchez Mejías y de Alberti, me llamó poderosamente la atención».
Contacto con amigos
Issorel viajó a Sevilla en 1977, donde conoció a Conchita Ramos, la amiga del poeta. También fue a Madrid y allí trató con personas que habían conocido a Villalón. «Me recibieron muy cordialmente José Luis Cano, Adriano del Valle hijo, Dámaso Alonso, José Bergamín, Gerardo Diego y Manuel Halcón, los últimos tres varias veces en su propia casa. Pilar López, hermana de la Argentinita, que conservaba en su casa la biblioteca de Fernando Villalón y todos los papeles que dejó el poeta al morir en Madrid en 1930, me permitió consultar este archivo, en el que se encontraba también la obra inédita», reconoce.
Este catedrático honorario de la Universidad de Perpiñán editará la correspondencia de Villalón
Amén de la influencia juanramoniana, según este profesor, Fernando Villalón «comparte varias opciones poéticas con los poetas de su generación. En él, como en Lorca, Alberti, Diego y Prados conviven la tradición culta y la tradición popular. Leyó a los clásicos y también escuchó y retuvo las sencillas canciones de su Andalucía. Como los demás poetas del 27, vivió intensamente “la batalla por Góngora”, dando con “La Toriada” el poema de estilo gongorino más logrado de su época. Al mismo tiempo, asimiló las nuevas tendencias estéticas, como lo atestiguan los últimos poemas de Romances del 800, los poemas póstumos y también la orientación dada a la revista Papel de Aleluyas».
«A estos rasgos comunes con otros poetas de la generación del 27 —prosigue este experto—se añaden otros personales y originales que hacen de Villalón un poeta aparte en el seno de aquel grupo. Es el único en interesarse por el esoterismo, la magia, la brujería y en integrarlos en su poesía. Con cuarenta años de adelanto advierte a sus contemporáneos del peligro que representa la ruptura de los equilibrios naturales en una marisma cuyo prestigioso pasado mítico exalta en sus versos.
Preguntado por la calidad de la poesía de Villalón. Issorel señala a ABC que el crítico Juan Manuel Díez de Guereñu escribió recientemente sobre su libro: «Villalón se reinventó como poeta a cada paso, con celeridad de ansioso y de entusiasta, descubriendo en la escritura siempre nuevas posibilidades».
El propio Issorel destacó en la introducción del libro «Fernando Villalón, Poesías completas» (Cátedra, 1998, pág. 80): «En muy breve trecho, creó una obra variada y coherente que hace de él uno de los más genuinos exponentes de la generación del 27, aunque, a menudo, se le encasille, de modo restrictivo, como poeta andaluz, insistiendo en el aspecto regionalista de la obra».
Por último, este experto señala que en breve comenzará a trabajar en una edición que recogerá la correspondencia de Fernando Villalón.
sábado, 22 de octubre de 2011
Proxima reunión
La proxima reunión de la Asociacion Ocnos de amigos de la Biblioteca Publica Infanta Elena de Sevilla
tendra lugar el martes 25 de Octubre a las 7 de la tarde en el aula de la 1º planta.
Para que todos los que esten interesados puedan asistir .
tendra lugar el martes 25 de Octubre a las 7 de la tarde en el aula de la 1º planta.
Para que todos los que esten interesados puedan asistir .
viernes, 30 de septiembre de 2011
DE CÓMO ME TOPÉ CON LOS LIBROS
En mi mundo infantil no existía la más mínima tradición lectora. Dicho así, suena elegante. Pero lo que intento decir es que en mi casa no había libros. Bueno sí, había uno. Un pequeño diccionario de la editorial Sopena, viejo y astroso, cuya procedencia se me escapa. Un libro que la familia consultaba con interés para ver si la palabra que había provocado la sonrisa de los vecinos de aquel poblachón de Cádiz, al que acabábamos de arribar procedentes de la serranía, era correcta o no. Y recuerdo nuestro regocijo cuando el diccionario recogía el vocablo, o nuestra desazón, cuando tan severo juez de la lengua nos dejaba, literalmente, con el culo al aire. Digo todo esto para que se vea que el lector compulsivo, fauna de la que creo formar parte, puede medrar hasta en los ambientes más adversos.
Sin embargo, la adopción del hábito lector, al menos en mi caso, tuvo más que ver con lo que mediados de los 50 se llamaban tebeos –hoy cómics-, que con los libros propiamente dichos. Ignoro por qué conductos llegaban casa, aunque tengo la sospecha de que uno de mis hermanos tenía algo que ver con el asunto. Lo que sí recuerdo es que nos veíamos obligados a leerlos a espaldas de mi padre, hombre de espíritu puritano y rigorista que nunca llegó a entender las supuestas virtudes de tal tipo de lecturas, de las que, pillándonos con las manos en la masa, llegó a realizar alguna que otra requisa y posterior escabechina. Este feroz escrutinio, más implacable que el de la biblioteca de Don Alonso Quijano, nos producía una enorme pesadumbre, porque el material incautado era más producto del trueque que de la compra, lo que significaba que perdíamos los que habíamos entregado a cambio. Hoy día, acostumbrados a disponer de todo tipo de lecturas infantiles y juveniles adaptadas a los distintos grupos de edad, es muy difícil hacerse a la idea de lo que los tebeos significaron para la gente de mi generación, privada de alternativas más ilustradas en aquellos años “de penitencia”, en los que la compra de libros nos estaba vedada a la gente de condición menos que modesta. De modo que tengo que decir que, para mi, la lectura del primer número del Capitán Trueno fue un experiencia casi inefable, acostumbrado como estaba a las inverosímiles peripecias de Roberto Alcázar y Pedrín, detective mamporrero y fascistón cuyos dibujos me parecían torpes y desmañados. El nuevo héroe era otra cosa: apuesto, valiente, corriendo sus aventuras en los escenarios más exóticos y dotado de una compañía femenina cuya belleza y formas curvilíneas acompañaba los sueños húmedos de nuestra primera adolescencia. Hoy se diría que se había convertido en un icono erótico pero puedo asegurar que nuestros comentarios de entonces no llegaban a este grado de sofisticación. Y no digo más.
Un eslabón intermedio lo constituyó la celebre colección Historias Selección, de Bruguera, en las que se combinaban historieta y texto para que el lector pudiera elegir una u otro según su grado de madurez o, como gustan decir los cursis defensores de la LOGSE, su “competencia lectora”. En ella me recuerdo llorando a moco tendido con la desgraciada historia de Genoveva de Brabante, espejo de esposas decentes, aunque, para mi gusto actual, un tanto estrecha y pavisosa. Los tiempos cambian y con ello el juicio que nos merecen nuestros héroes de antaño.
La tercera fase de mi peripecia libresca vino marcada por el ingreso en el colegio de curas. ¡Quién lo diría, ¿verdad?, habiendo constituido Nuestra Santa Madre Iglesia una institución tan poco dada al fomento de la lectura libre y tan propensa a todo tipo de prohibiciones con el fin de salvaguardar nuestra salud espiritual y, de paso, apuntalar tan milenario tingladillo! Pues, como dijo el castizo, una cosa lleva a la otra, y no es menos verdad que los caminos de Dios son inescrutables y que, a veces, la Divinidad escribe derecho con los renglones torcidos. Pero dejemos la mala literatura para otro momento
En primer lugar tengo que advertir que la orden religiosa que me tocó en suerte (es un decir) –cuyo nombre omito por razones obvias- no formaba parte precisamente de la élite intelectual y cultural de los pastores de Dios. Cosa normal, por otra parte, pues dedicada a la educación, adiestramiento y doma de los hijos de la pequeña burguesía, menestrales y obreros, y con una indigencia formativa verdaderamente aterradora, tenían más fe en las virtualidades del guantazo y tentetieso, que en las posibilidades de la pedagogía moderna, que literalmente les traía al pairo. En fin, lo que quiero decir es que me hicieron disfrutar con lo que en aquella época se llamaba, con gran propiedad, la “escuela cuartel”, muy adaptada al talante castrense del fulano que gobernaba el país con mano de hierro.
Bueno, pues este es el contexto. Poco propicio para ejercitarse en el vicio solitario, dirán ustedes. Y dirán bien. Lo que ocurre es que los caminos para llegar al libro y la lectura discurren a veces por derroteros insospechados. Pongo un ejemplo. Todos los años, hacia el mes de octubre, en los inicios del curso académico, llegaban las nuevas remesas de libros de texto, en cuya operación de desembalaje participaba un servidor activamente, previa autorización de los curas, una tarea que para mí se convertía en un placer muy especial derivado del aroma a letra impresa que exhalaban las hojas de aquellas modestísimas fuentes del saber, y de la dulzura con que el tacto se deslizaba por su superficie. Tanta, que, a veces, aquellos hombres de Dios, tan reñidos siempre con las gratificaciones de los sentidos, me miraban un tanto amoscados sospechando que me entregaba a deliquios de dudosa naturaleza, en lo que llevaban toda la razón. Eso por lo que se refiere al libro como objeto tangible.
Otra cosa era el libro como fuente de placer espiritual. Lo más normal es que la gente se refiera, en los orígenes de su vocación lectora, a la decisiva influencia de algún maestro-profesor que, en su entusiasmo docente, le deslumbró con sus comentarios y le asesoró con sus recomendaciones. Desgraciadamente, no fue mi caso. Y ello pese a que me tocó el director del centro, un cura guaperas y mundano que terminó deportado a ignota parroquia por manosear a las beatas con más entusiasmo que el que yo empleaba en abrir y palpar los libros.
Este buen hombre disponía de una formación bastante limitada y muy pegada al terruño. Quiero decir que entraba en éxtasis al recomendarnos lo más reaccionario y castizo del santoral literario español, con incursiones en lo Álvarez Quintero, Armando Palacio Valdés y Ramiro de Maeztu, por citar algunos. Para él lo más granado de la Generación del 98 estaba compuesto por ateos, agnósticos y gente de mal vivir cuya lectura sólo podría provocar peligrosas dudas en la sólida formación religiosa de la que ellos creían estar dotándonos. Tanto García Lorca como Luis Cernuda, eran gente vitanda cuyo nombre no debía ni mencionarse. Sin embargo, no todo fue negativo, pues gracias a las lecturas de clase pude a descubrir a Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y –dadas sus preferencias por el mundo agrario- los poemas del señorito cortijero Fernando Villalón, a sus ojos una especie de barón de horca y cuchillo por el que sentía una admiración sin límites.
Pero hubo otros caminos, ajenos en principio al mundo literario, que lograron despertar mi imaginación y aficionarme al mundo del relato. Me refiero a una asignatura que entonces se impartía en el antiquísimo bachillerato del 53 o del 56, que ahora mismo no me acuerdo, titulada “Historia Sagrada”, una especie de síntesis novelada de la Biblia, cuyas historias de un mundo exótico y lejano turbaban nuestra imaginación de adolescentes. Y allí nos emocionábamos con los sinsabores del casto José, que tenía que hacer frente a los ardorosos embates de la mujer de Putifar manteniendo su castidad intacta (cosa que, obviamente, no acabábamos de creernos), o nos rebelábamos contra las desgracias que el cruel y arbitrario Yavé, enviaba al buenazo de Job, o, en fin, nos invadía un inexplicable desasosiego ante la trágico destino reservado a la bellísima Betsabé, que lucía sus encantos ajena a la mirada rijosa de un Rey David que terminaría por perderla y por perderse. Y en ese plan.
Pero el camino más fértil vino por el lado de las prohibiciones. Y es que nuestra Madre la Iglesia no acaba de enterarse de que la transgresión de la norma proporciona un placer añadido al que es muy difícil resistirse, de modo que basta que nos veten algo para que nuestro deseo de catarlo se incremente. Así que los curas, para cumplir la función orientadora que eran incapaces de realizar por su penosa falta de preparación, disponían de un libraco, de pasta rojas y negras, titulado Lecturas buenas y malas a la luz del dogma y de la moral, de un tal A. Garmendia de Otaola, de la Compañía de Jesús, un ultra que no hubiera desentonado en una partida carlista. Este cruzado de Cristo, poseído de santa indignación, llegaba a calificar al afable y pacífico Don Pío Baroja de “antiespañol, anticatólico y antihumano”, y al bueno de Don Benito Pérez Galdós de execrable volteriano cuyas novelas despedían un tufo sulfúreo que no las hacía recomendables para nuestras delicadas almas. Visto lo visto, ya comprenderán ustedes que mi estado de excitación no conociera límites cuando me dispuse a buscar lo que se me pusiera a tiro de unos autores tan bien avalados por la mojigatería clerical.
Y así fue como vine a dar con Baroja y Las inquietudes de Shanti Andía, obra par mi iniciática, decisiva en mi vida como lector, por más que me conste que el vasco cuenta con muchos y certeros detractores. Sin embargo, hay que tener presente que para los que nos adentrábamos en la primera juventud la evocación nostálgica de un tiempo ido, plagado de aventuras marineras y ataques furibundos a las servidumbres de la vida convencional, venían a constituir un bálsamo para nuestro inconformismo adolescente que nos tenía sumidos en un mar de confusión. En fin, algo así como unos cuidados paliativos que tampoco era cosa de desaprovechar
En cambio, mi encuentro con Galdós fue un poco más azaroso. Se produjo el día en que un amigo, ya desaparecido, me invitó a su casa para que conociera su biblioteca, pequeña pero con obras fundamentales. Y fue allí donde reparé en un libro de lomo y cubiertas rojas encuadernado en piel, cosa que me pareció un lujo asiático, pues hasta ese momento no sabía que los libros pudieran recibir trato tan considerado. Se trataba del primer tomo de los Episodios nacionales, cuyo canto aparecía decorado con un dibujo en color que, creo recordar, aludía a la batalla de Trafalgar. Tras mucho rogarle, conseguí de mi amigo que me lo prestara para ese verano, quedando fascinado por la generosidad, el espíritu aventurero y la bondad del protagonista de la primera serie, Gabriel Araceli. De tal manera que de su lectura se derivaron dos hechos que para mí tienen su importancia: el interés por la Historia y el odio hacia cualquier tipo de tiranía, derivado, supongo, de la condición liberal del personaje. Por cierto, esta primera serie de los Episodios tuve que leerla casi en la clandestinidad, pues mi madre, que velaba porque en septiembre no me suspendieran la reválida de cuarto, controlaba mis lecturas de forma más eficaz que como lo habían hecho los curas. Luego, claro, vendrían otras experiencias, pero la semilla ya estaba sembrada. Desde entonces, mi vida quedó vinculada al libro de forma indisoluble.
Con el tiempo, caes en la tentación de volver a las lecturas que te hicieron feliz en la infancia y adolescencia. Y, por lo general, la experiencia es bastante decepcionante. Recientemente me sucedió con las Memorias de Don Pío Baroja. En su momento las leí de forma casi febril, entusiasmado por los denuestos y cintarazos con que el escritor pontificaba sobre lo divino y lo humano –ciencia, arte, literatura y personajes de su tiempo-, acaso porque mi propia inestabilidad emocional me llevaba a simpatizar con los que ponían el mundo en cuarentena y lanzaban una enmienda a la totalidad. Pero, al volver a ellas, me di cuenta de que Don Pío era de una arbitrariedad asombrosa y que carecía de la más elemental información sobre algunos de los temas que trataba. Por tanto, no parece aconsejable volver la vista atrás. Vale más no remover los rescoldos de la memoria poniendo a prueba nuestros recuerdos más queridos. Desde cualquier punto de vista que lo miremos, ya no somos los mismos y este hecho debería bastarnos para soslayar el reencuentro.
Pero, a fin de cuentas, ¿qué más nos da? ¿No se nos ha dicho hasta la saciedad que leemos para no sentirnos solos? Pues, siendo esto así, como a mi me lo parece, ¿quién habrá de impedirme deambular con Shanti Andía por las playas de Lúzaro, brujulear con Gabriel Araceli por el encanallado barrio de La Viña o perderme por las callejas del Madrid de la Restauración en compañía de Don Plácido Estupiñá? Si bien se mira no es mala tropa, al menos en tanto los hados no se sirvan cerrarnos los párpados
JOSÉ RAYA TÉLLEZ
Sin embargo, la adopción del hábito lector, al menos en mi caso, tuvo más que ver con lo que mediados de los 50 se llamaban tebeos –hoy cómics-, que con los libros propiamente dichos. Ignoro por qué conductos llegaban casa, aunque tengo la sospecha de que uno de mis hermanos tenía algo que ver con el asunto. Lo que sí recuerdo es que nos veíamos obligados a leerlos a espaldas de mi padre, hombre de espíritu puritano y rigorista que nunca llegó a entender las supuestas virtudes de tal tipo de lecturas, de las que, pillándonos con las manos en la masa, llegó a realizar alguna que otra requisa y posterior escabechina. Este feroz escrutinio, más implacable que el de la biblioteca de Don Alonso Quijano, nos producía una enorme pesadumbre, porque el material incautado era más producto del trueque que de la compra, lo que significaba que perdíamos los que habíamos entregado a cambio. Hoy día, acostumbrados a disponer de todo tipo de lecturas infantiles y juveniles adaptadas a los distintos grupos de edad, es muy difícil hacerse a la idea de lo que los tebeos significaron para la gente de mi generación, privada de alternativas más ilustradas en aquellos años “de penitencia”, en los que la compra de libros nos estaba vedada a la gente de condición menos que modesta. De modo que tengo que decir que, para mi, la lectura del primer número del Capitán Trueno fue un experiencia casi inefable, acostumbrado como estaba a las inverosímiles peripecias de Roberto Alcázar y Pedrín, detective mamporrero y fascistón cuyos dibujos me parecían torpes y desmañados. El nuevo héroe era otra cosa: apuesto, valiente, corriendo sus aventuras en los escenarios más exóticos y dotado de una compañía femenina cuya belleza y formas curvilíneas acompañaba los sueños húmedos de nuestra primera adolescencia. Hoy se diría que se había convertido en un icono erótico pero puedo asegurar que nuestros comentarios de entonces no llegaban a este grado de sofisticación. Y no digo más.
Un eslabón intermedio lo constituyó la celebre colección Historias Selección, de Bruguera, en las que se combinaban historieta y texto para que el lector pudiera elegir una u otro según su grado de madurez o, como gustan decir los cursis defensores de la LOGSE, su “competencia lectora”. En ella me recuerdo llorando a moco tendido con la desgraciada historia de Genoveva de Brabante, espejo de esposas decentes, aunque, para mi gusto actual, un tanto estrecha y pavisosa. Los tiempos cambian y con ello el juicio que nos merecen nuestros héroes de antaño.
La tercera fase de mi peripecia libresca vino marcada por el ingreso en el colegio de curas. ¡Quién lo diría, ¿verdad?, habiendo constituido Nuestra Santa Madre Iglesia una institución tan poco dada al fomento de la lectura libre y tan propensa a todo tipo de prohibiciones con el fin de salvaguardar nuestra salud espiritual y, de paso, apuntalar tan milenario tingladillo! Pues, como dijo el castizo, una cosa lleva a la otra, y no es menos verdad que los caminos de Dios son inescrutables y que, a veces, la Divinidad escribe derecho con los renglones torcidos. Pero dejemos la mala literatura para otro momento
En primer lugar tengo que advertir que la orden religiosa que me tocó en suerte (es un decir) –cuyo nombre omito por razones obvias- no formaba parte precisamente de la élite intelectual y cultural de los pastores de Dios. Cosa normal, por otra parte, pues dedicada a la educación, adiestramiento y doma de los hijos de la pequeña burguesía, menestrales y obreros, y con una indigencia formativa verdaderamente aterradora, tenían más fe en las virtualidades del guantazo y tentetieso, que en las posibilidades de la pedagogía moderna, que literalmente les traía al pairo. En fin, lo que quiero decir es que me hicieron disfrutar con lo que en aquella época se llamaba, con gran propiedad, la “escuela cuartel”, muy adaptada al talante castrense del fulano que gobernaba el país con mano de hierro.
Bueno, pues este es el contexto. Poco propicio para ejercitarse en el vicio solitario, dirán ustedes. Y dirán bien. Lo que ocurre es que los caminos para llegar al libro y la lectura discurren a veces por derroteros insospechados. Pongo un ejemplo. Todos los años, hacia el mes de octubre, en los inicios del curso académico, llegaban las nuevas remesas de libros de texto, en cuya operación de desembalaje participaba un servidor activamente, previa autorización de los curas, una tarea que para mí se convertía en un placer muy especial derivado del aroma a letra impresa que exhalaban las hojas de aquellas modestísimas fuentes del saber, y de la dulzura con que el tacto se deslizaba por su superficie. Tanta, que, a veces, aquellos hombres de Dios, tan reñidos siempre con las gratificaciones de los sentidos, me miraban un tanto amoscados sospechando que me entregaba a deliquios de dudosa naturaleza, en lo que llevaban toda la razón. Eso por lo que se refiere al libro como objeto tangible.
Otra cosa era el libro como fuente de placer espiritual. Lo más normal es que la gente se refiera, en los orígenes de su vocación lectora, a la decisiva influencia de algún maestro-profesor que, en su entusiasmo docente, le deslumbró con sus comentarios y le asesoró con sus recomendaciones. Desgraciadamente, no fue mi caso. Y ello pese a que me tocó el director del centro, un cura guaperas y mundano que terminó deportado a ignota parroquia por manosear a las beatas con más entusiasmo que el que yo empleaba en abrir y palpar los libros.
Este buen hombre disponía de una formación bastante limitada y muy pegada al terruño. Quiero decir que entraba en éxtasis al recomendarnos lo más reaccionario y castizo del santoral literario español, con incursiones en lo Álvarez Quintero, Armando Palacio Valdés y Ramiro de Maeztu, por citar algunos. Para él lo más granado de la Generación del 98 estaba compuesto por ateos, agnósticos y gente de mal vivir cuya lectura sólo podría provocar peligrosas dudas en la sólida formación religiosa de la que ellos creían estar dotándonos. Tanto García Lorca como Luis Cernuda, eran gente vitanda cuyo nombre no debía ni mencionarse. Sin embargo, no todo fue negativo, pues gracias a las lecturas de clase pude a descubrir a Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y –dadas sus preferencias por el mundo agrario- los poemas del señorito cortijero Fernando Villalón, a sus ojos una especie de barón de horca y cuchillo por el que sentía una admiración sin límites.
Pero hubo otros caminos, ajenos en principio al mundo literario, que lograron despertar mi imaginación y aficionarme al mundo del relato. Me refiero a una asignatura que entonces se impartía en el antiquísimo bachillerato del 53 o del 56, que ahora mismo no me acuerdo, titulada “Historia Sagrada”, una especie de síntesis novelada de la Biblia, cuyas historias de un mundo exótico y lejano turbaban nuestra imaginación de adolescentes. Y allí nos emocionábamos con los sinsabores del casto José, que tenía que hacer frente a los ardorosos embates de la mujer de Putifar manteniendo su castidad intacta (cosa que, obviamente, no acabábamos de creernos), o nos rebelábamos contra las desgracias que el cruel y arbitrario Yavé, enviaba al buenazo de Job, o, en fin, nos invadía un inexplicable desasosiego ante la trágico destino reservado a la bellísima Betsabé, que lucía sus encantos ajena a la mirada rijosa de un Rey David que terminaría por perderla y por perderse. Y en ese plan.
Pero el camino más fértil vino por el lado de las prohibiciones. Y es que nuestra Madre la Iglesia no acaba de enterarse de que la transgresión de la norma proporciona un placer añadido al que es muy difícil resistirse, de modo que basta que nos veten algo para que nuestro deseo de catarlo se incremente. Así que los curas, para cumplir la función orientadora que eran incapaces de realizar por su penosa falta de preparación, disponían de un libraco, de pasta rojas y negras, titulado Lecturas buenas y malas a la luz del dogma y de la moral, de un tal A. Garmendia de Otaola, de la Compañía de Jesús, un ultra que no hubiera desentonado en una partida carlista. Este cruzado de Cristo, poseído de santa indignación, llegaba a calificar al afable y pacífico Don Pío Baroja de “antiespañol, anticatólico y antihumano”, y al bueno de Don Benito Pérez Galdós de execrable volteriano cuyas novelas despedían un tufo sulfúreo que no las hacía recomendables para nuestras delicadas almas. Visto lo visto, ya comprenderán ustedes que mi estado de excitación no conociera límites cuando me dispuse a buscar lo que se me pusiera a tiro de unos autores tan bien avalados por la mojigatería clerical.
Y así fue como vine a dar con Baroja y Las inquietudes de Shanti Andía, obra par mi iniciática, decisiva en mi vida como lector, por más que me conste que el vasco cuenta con muchos y certeros detractores. Sin embargo, hay que tener presente que para los que nos adentrábamos en la primera juventud la evocación nostálgica de un tiempo ido, plagado de aventuras marineras y ataques furibundos a las servidumbres de la vida convencional, venían a constituir un bálsamo para nuestro inconformismo adolescente que nos tenía sumidos en un mar de confusión. En fin, algo así como unos cuidados paliativos que tampoco era cosa de desaprovechar
En cambio, mi encuentro con Galdós fue un poco más azaroso. Se produjo el día en que un amigo, ya desaparecido, me invitó a su casa para que conociera su biblioteca, pequeña pero con obras fundamentales. Y fue allí donde reparé en un libro de lomo y cubiertas rojas encuadernado en piel, cosa que me pareció un lujo asiático, pues hasta ese momento no sabía que los libros pudieran recibir trato tan considerado. Se trataba del primer tomo de los Episodios nacionales, cuyo canto aparecía decorado con un dibujo en color que, creo recordar, aludía a la batalla de Trafalgar. Tras mucho rogarle, conseguí de mi amigo que me lo prestara para ese verano, quedando fascinado por la generosidad, el espíritu aventurero y la bondad del protagonista de la primera serie, Gabriel Araceli. De tal manera que de su lectura se derivaron dos hechos que para mí tienen su importancia: el interés por la Historia y el odio hacia cualquier tipo de tiranía, derivado, supongo, de la condición liberal del personaje. Por cierto, esta primera serie de los Episodios tuve que leerla casi en la clandestinidad, pues mi madre, que velaba porque en septiembre no me suspendieran la reválida de cuarto, controlaba mis lecturas de forma más eficaz que como lo habían hecho los curas. Luego, claro, vendrían otras experiencias, pero la semilla ya estaba sembrada. Desde entonces, mi vida quedó vinculada al libro de forma indisoluble.
Con el tiempo, caes en la tentación de volver a las lecturas que te hicieron feliz en la infancia y adolescencia. Y, por lo general, la experiencia es bastante decepcionante. Recientemente me sucedió con las Memorias de Don Pío Baroja. En su momento las leí de forma casi febril, entusiasmado por los denuestos y cintarazos con que el escritor pontificaba sobre lo divino y lo humano –ciencia, arte, literatura y personajes de su tiempo-, acaso porque mi propia inestabilidad emocional me llevaba a simpatizar con los que ponían el mundo en cuarentena y lanzaban una enmienda a la totalidad. Pero, al volver a ellas, me di cuenta de que Don Pío era de una arbitrariedad asombrosa y que carecía de la más elemental información sobre algunos de los temas que trataba. Por tanto, no parece aconsejable volver la vista atrás. Vale más no remover los rescoldos de la memoria poniendo a prueba nuestros recuerdos más queridos. Desde cualquier punto de vista que lo miremos, ya no somos los mismos y este hecho debería bastarnos para soslayar el reencuentro.
Pero, a fin de cuentas, ¿qué más nos da? ¿No se nos ha dicho hasta la saciedad que leemos para no sentirnos solos? Pues, siendo esto así, como a mi me lo parece, ¿quién habrá de impedirme deambular con Shanti Andía por las playas de Lúzaro, brujulear con Gabriel Araceli por el encanallado barrio de La Viña o perderme por las callejas del Madrid de la Restauración en compañía de Don Plácido Estupiñá? Si bien se mira no es mala tropa, al menos en tanto los hados no se sirvan cerrarnos los párpados
JOSÉ RAYA TÉLLEZ
viernes, 23 de septiembre de 2011
jueves, 15 de septiembre de 2011
Próxima reunión
El próximo martes 20 de Septiembre, tendrá lugar, la primera reunión de esta nueva etapa de nuestra Asociación, que tendrá lugar en el aula de la primera planta a las 7 de la tarde.
Desde aquí invitamos a todas las personas que estén interesadas en asistir.
Desde aquí invitamos a todas las personas que estén interesadas en asistir.
Un cordial saludo a todos.
sábado, 3 de septiembre de 2011
Carlos Fuentes
Neruda decía que tenemos la obligación de dar voz a quienes no la tienen.
lunes, 29 de agosto de 2011
jueves, 28 de julio de 2011
viernes, 15 de julio de 2011
jueves, 30 de junio de 2011
Hola!!!
Me estreno en el blog con una recomendación, el libro que ha publicado la Fundación Telefónica para dar a conocer la tarea que llevan a cabo en América Latina de erradicación del trabajo infantil.
Se titula "La hora del recreo", bonito y evocador verdad?
Son niños que trabajan muchas veces en condiciones penosas, pero son el único sustento de su familia, y para ellos "la hora del recreo", es cuando van a la escuela.
El libro recoge mediante fotografías y textos de novelistas algunas de estas historias. Es tremendo pero a la vez muy bonito, los niños siempre sonríen.
El libro creo que cuesta unos 20'00€, está a la venta en FNAC, El Corte Inglés, y en la web.
Si queréis echar un vistazo; www.fundacion.telefonica.com/es/pronino/lahoradelrecreo
Saludos y buen verano!!!
María
domingo, 26 de junio de 2011
Antonio Rivero Taravillo
El poeta y traductor Antonio Rivero Taravillo acaba de publicar el libro «Luis Cernuda. Años del exilio (1938-1963)» (Tusquets), que es la segunda parte del que apareció en 2008 —«Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938)», XX Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias.— y que supone el estudio más completo que se ha hecho nunca sobre su vida y su obra, dos elementos inseparables en el poeta sevillano.
Este segundo volumen sobre Cernuda surge de un ímprobo trabajo de investigación realizado por Rivero Taravillo, que no sólo ha estudiado todos los textos cernudianos de esta época, sino que también ha viajado a aquellos lugares que están íntimamente relacionados con su exilio, como Gran Bretaña, Estados Unidos y México. Además, el volumen, se adorna de una nutrida selección de fotografías de la época y otras que ha aportado el propio autor.
Acercarse a Cernuda no es fácil teniendo en cuenta que él mismo «fue su primer enemigo, sobre todo por su carácter introvertido y espinoso, lo cual le da una vida interior al poeta». En todo caso, Rivero Taravillo aclara que «mi intención no ha sido hurgar en su vida como un cotilla, sino que lo he hecho para iluminar su poesía». A este respecto, en todos los capítulos se reproducen numerosos poemas que contextualizan al lector con los distintos pasajes vitales del autor de «Perfil del aire».
Según comenta este experto en la obra cernudiana, «para la primera parte de este estudio me resultó muy útil ser sevillano para comprender mejor las circunstancias y matices, pero para este segundo volumen ha sido necesario viajar y recorrer los pasos que siguió el poeta. Era preciso sentir las mismas emociones que él sintió, esas sensaciones tan intensas, como la de estar bajo el follaje del árbol —el plátano de Emmanuel College, en Cambridge— y leer los poemas que Cernuda escribió en este lugar: «Mientras, en su jardín, el árbol bello existe / Libre del engaño mortal que al tiempo engendra»...«Eso me permite conocer mejor a Cernuda porque la empatía es mayor», aclara.
El libro recoge también algún pasaje poco conocido en la vida de Cernuda, como el referido a Salvador Alighieri, un culturista 28 años más joven que el autor de «La realidad y el deseo» y que fue su amor mexicano (Le dedicó la obra «Poemas para un cuerpo»). Rivero se entrevistó con él y éste le contó todos los recuerdos que guardaba del poeta, quien consideraba a Salvador su amor platónico.
Según Rivero, la vida y la obra son indisolubles en Cernuda, algo muy similar a lo que le ocurrió a Juan Ramón, quien «lo superaba en cuanto a la obsesión por su creación». A este respecto, matiza que «a Cernuda lo aleja de su obra su propia indolencia, que luego hizo que no se entregara tanto, pero él vivió para su poesía, ya que no tenía vocación como profesor, lo cual hizo para ganarse el sustento».
Desde ese exilio que le tocó vivir, Cernuda guardó siempre rencor a poetas tanto de su generación como de otras, (Juan Ramón Jiménez). Así, Antonio Rivero cuenta la anécdota que le refirió en México Paloma Altolaguirre, hija de Manuel Altolaguirre y Concha Méndez. Precisamente, ésta última —que acogió a Cernuda en su casa— invitó un día sin consultárselo a Emilio Prados, con quien no se hablaba desde hacía años: «Cuando lo vio, cogió su bandeja y se encerró en su habitación». También tuvo recelo de Jorge Guillén porque su primer poemario, «Perfil del aire», se vio en la estela del autor de «Cántico», algo que a Cernuda le molestó. «Con Pedro Salinas fue injusto porque éste lo favoreció desde su tutelaje inicial hasta abrirle puertas en las universidades», indica Rivero Taravillo. Cernuda le dedicó un poema en «Desolación de la quimera» que era como un ajuste de cuentas al autor de «La voz a ti debida».
A quien sí admiró Cernuda fue a Lorca, «con quien tuvo una gran sintonía». «El asesinato de Lorca le afectó muchísimo y fue una de las razones por las que no quiso volver a España», aclara.
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viernes, 10 de junio de 2011
Próxima reunión 14 de junio
Nuestra próxima reunión será el martes 14 de junio a las 19:00 horas en el aula de la biblioteca.
Es una convocatoria abierta a cualquier persona interesada en formar parte de la Asociación, en la que se informará sobre los últimos avances y proyectos.
¡Os esperamos!
Es una convocatoria abierta a cualquier persona interesada en formar parte de la Asociación, en la que se informará sobre los últimos avances y proyectos.
¡Os esperamos!
domingo, 15 de mayo de 2011
Visita de Aturem
El pasado jueves día 28 tuvo lugar la visita de las personas del Centro Ocupacional Aturem, que durante un tiempo estuvieron preparando la lectura de un libro para iniciarles en el hábito de leer.
Durante la visita se lo pasaron muy bien y quedaron muy contentos con las personas de nuestra Asociación que fueron para acompañarles, espero que esta experiencia se pueda repetir después del verano, porque para ellos fue un día de fiesta que les hacia salir de su rutina y a la vez tener la oportunidad de conocer nuestra Biblioteca, se entusiasmaron tanto
Durante la visita se lo pasaron muy bien y quedaron muy contentos con las personas de nuestra Asociación que fueron para acompañarles, espero que esta experiencia se pueda repetir después del verano, porque para ellos fue un día de fiesta que les hacia salir de su rutina y a la vez tener la oportunidad de conocer nuestra Biblioteca, se entusiasmaron tanto
que todos se sacaron el carné de socio de la biblioteca.
Desde luego dar las gracias tanto a las personas de la biblioteca como a los monitores de centro y a las voluntarias de nuestra Asociación que no quieren poner sus nombres y ayudaron a que pasaron un día inolvidable.
viernes, 15 de abril de 2011
Palabras de José luis Sampedro
Leer nos enriquece la vida. Con el libro volamos a otras épocas y a otros paisajes; aprendemos el mundo, vivimos la pasión o la melancolía. La palabra fomenta nuestra imaginación: leyendo inventamos lo que no vemos, nos hacemos creadores.
José luis Sampedro
miércoles, 30 de marzo de 2011
sábado, 19 de marzo de 2011
Mollina, encuentro cultural
Me gustaría hacer aquí una pequeña reseña de cómo transcurrió la XI JORNADA REGIONAL DE VOLUNTARIADO CULTURAL en Mollina (Málaga).
La conferencia inaugural estuvo a cargo del Defensor del Pueblo Andaluz José Chamizo, quien nos recordó que “sin cultura no hay libertades…”. Bajo su punto de vista el voluntariado necesita tres componentes: compasión, derecho a comprender y universalización. También resaltó que no vale la crítica permanente y quedarnos con los brazos cruzados y nos hizo sonreir con la frase “la gente se ha vuelto comedida en demasía, ya ni se llora en los entierros…”
Es esperanzador ver cómo hay todavía personas en el mundo que ven en la cultura el camino, aunque no fácil en muchos casos, para conseguir la integración, reclamar derechos, elevar la autoestima de muchas mujeres y que el sufrimiento sea menos intenso, etc.
Crónica: Elsa Mena
Fotos: Mercedes Robles
lunes, 14 de marzo de 2011
Fotos de la visita a la Biblioteca Colombina
Como vereis se nota lo bien que lo pasamos durante el taller de Pepe Raya, La fraternidad del libro. Lectores y lecturas en el arte occidental, y en la visita de clausura a la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla.
Espero os gusten las fotos que he elegido y darle las gracias a Mercedes por enviárnoslas
viernes, 11 de marzo de 2011
Maria leyendo nuestra ponencia
jueves, 10 de marzo de 2011
lunes, 28 de febrero de 2011
La fraternidad del libro. Lectores y lecturas en el arte occidental
sábado, 12 de febrero de 2011
XI Jornada Regional de Voluntariado Cultural
10 de Febrero de 2011
Centro Europeo-latinoamericano de Juventud ( CEULAJ )
Mollina (Málaga)
Presentación:
Muy buenos días. Mi nombre es María Romero, y estoy acompañada por dos compañeras: Elsa y Mercedes. Venimos en representación de la Asociación Amigos de la Biblioteca Infanta Elena de Sevilla. Queremos dar las gracias a la Consejería de Cultura por esta invitación y así tener la oportunidad de conocer y compartir experiencias, opiniones y conocimientos con otras asociaciones culturales andaluzas. Comentarles que somos una asociación “joven”, incipiente, que comenzó su andadura en junio de 2009, justo en el 50 aniversario de la Biblioteca Pública Infanta Elena.
Esta asociación nace con el afán de contribuir a la realización de actividades que fomenten el uso y disfrute de la biblioteca, de fomentar la lectura, el acceso a las nuevas tecnologías de la información, el acercamiento de los fondos a aquellas personas que por discapacidad temporal o permanente tengan el uso de la biblioteca restringido.
Entre sus fines están, el incentivar la participación social y difundir el conocimiento de la biblioteca entre los ciudadanos a través de la realización de actividades y la cooperación con otras instituciones relacionadas con el fomento y la difusión del libro, la lectura, el mundo editorial y la creación literaria, etc.
En este sentido queremos comentarles las actividades desarrolladas por la asociación durante el año 2010:
Se puso en marcha el taller, La imagen de la mujer en el arte occidental. Siglos XIX y XX. Este taller pretendía estudiar la imagen femenina a través de la imagen pictórica, teniendo en cuenta que la mayoría de esas imágenes fueron creadas por hombres, lo que conlleva que no son neutrales; se pretendía adiestrar en una tarea de análisis y descodificación de esas imágenes. Fue un taller teórico-práctico, desarrollado en la biblioteca, seguido de charlas-coloquios, con una sesión práctica en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Hubo gran cantidad de solicitudes para participar en el taller, por lo cual se hicieron dos ediciones, una en enero y otra en mayo. Fue impartido por el socio: José Raya Téllez.
En el mes de mayo, coincidiendo con la Feria del Libro de Sevilla, se organizó una campaña de animación a la lectura con el título, Conecta tu móvil a la poesía. Esta actividad se desarrolló en las cuatro unidades de la línea Metrocentro. Estuvo patrocinada por Tussam y Ayuntamiento, y organizada por la Asociación Amigos Biblioteca Infanta Elena, Asociación de Personas Libro de Sevilla (Proyecto Fahrenheit 541), y Escuela de Escritores andaluza “Escribes”. Esta animación consistió en la difusión mediante tecnología “ bluetooth” de poemas recitados en formato de vídeo por las “Personas libro de Sevilla”. Los destinatarios de los mensajes de vídeo fueron los usuarios de Metrocentro así como los viandantes que se hallaban en las proximidades. Esta actividad fue organizada por el socio Joaquín Díaz Ferruz.
El siguiente taller fue, El fuego de venus. Sexo y erotismo en el mundo clásico. Este taller quería acercar a los asistentes al conocimiento del Mundo Clásico a través del estudio y el análisis de aquellas imágenes que se refieren al campo de la sexualidad y el erotismo, conociendo fuentes arqueológicas que han sido objeto de marginación, ocultamiento y manipulación por razones religiosas. También quería hacer partícipe a los interesados del conocimiento de otras formas de sexualidad ajenas a la tradición judeo-cristiana. Este taller se desarrolló en la biblioteca en el mes de octubre y finalizó con una visita al Museo Arqueológico de Sevilla. Fue impartido por nuestros socios José Raya Téllez y Antonio Domínguez Calvo.
También se pusieron en marcha charlas y conferencias, como las celebradas durante los meses de septiembre y octubre coincidiendo con la Bienal de Flamenco, así el bailaor José Joaquín nos habló de El arte y el baile flamenco, y el cantaor Calixto Sánchez lo hizo sobre La poesía a compás del flamenco. Actividad organizada por la socia María Girón.
En el mes de diciembre celebramos el ciclo Flamenco Siempre. Homenaje al flamenco. Contamos con la presencia de la historiadora Carmen Pulpón que impartió la conferencia “Pulpón Caleidoscópico”, se continuó con la mesa redonda “El arte flamenco y los artistas en el siglo XX”, con Matilde Coral, Ricardo Niño, Pepa Montes y Cristina Cruces. Se terminó con unas pinceladas flamencas con el baile de Raquel y Steven a la guitarra. Actividad organizada por la socia María Girón, que también organizó durante el mes de noviembre un Ciclo de lecturas poéticas bajo el nombre de Otoño de poesía en el que participaron: María del Valle Rubio, Carmelo Guillén, Antonio Taravillo, María Girón y Pilar Márquez.
Con respecto a este año, estamos trabajando en diversas actividades, como son el Club de Lectura en ATUREM, que es una asociación de apoyo a personas con retraso mental con la que hemos iniciado colaboración proporcionándoles los libros necesarios.
Se quiere hacer una nueva campaña de Engancha tu móvil a la poesía, esta vez con algunos cambios. Otra actividad en ejecución es la de Animación a la Lectura 3ª Edad con la que queremos acercar los libros a las Residencias de la Tercera Edad.
También está en preparación el taller La fraternidad del libro, lectores y lecturas en el arte occidental. Se tratará de explicar con base en el arte ¿Quiénes leen?, ¿qué leen?, ¿dónde leen? y ¿cómo leen? Esto llevará a explicar el papel de la lectura en los diferentes periodos históricos.
Seguimos trabajando en nuestro incipiente blog, y también en la tarea importante de consolidarnos como asociación y poder generar, entre otras cosas, recursos propios; en este sentido queremos expresar nuestro agradecimiento, por el apoyo económico recibido, a la Biblioteca Pública provincial Infanta Elena de Sevilla.
En esta nueva era de la tecnología digital, de los móviles, del “no tengo tiempo para nada”, apreciamos la biblioteca como un espacio que no está sometido a las leyes del mercado, ni a las exigencias sociales del tener que poseer y del tener que aparentar, un espacio en el que todos tienen cabida sin diferencias de edad, procedencia, formación.
Pensamos que los colectivos desfavorecidos son los más necesitados de espacios y actividades culturales y también son los que tienen más dificultades de todo tipo para poder disfrutar de ellos, por eso nuestra prioridad es darles a conocer y facilitarles el acceso a estos recursos. Creemos que es muy importante que la administración pública dedique más recursos para el mantenimiento de una cultura viva y dinámica y no solamente en las capas más instruidas de la población, los ciudadanos tenemos que implicarnos en apoyar y defender esta idea a través de nuestras acciones diarias. La asociación nos permite unirnos a personas con intereses similares, en ella nos aportamos unos a otros: experiencias, conocimientos, ganas de hacer cosas juntos; entre todos queremos abrir ventanas nuevas en esta ciudad. Compartimos la búsqueda de ideas y de proyectos y a la vez, aprendemos y nos divertimos.
Vivimos la biblioteca no como un almacén de libros en el que el usuario se aislaa través de la lectura sino como un lugar de encuentro con uno mismo y con los demás, un lugar de investigación, de intercambio, de juego, en el que participamos usuarios, trabajadores, escritores, asociaciones……
Y me van a permitir que nos despidamos citando a Federico García Lorca que en 1931 y con motivo de la inauguración de la biblioteca de su pueblo (Fuentevaqueros ) dijo lo siguiente y cito:….”Cuando el insigne escritor Fedor Dostoyevsky padre de la revolución rusa, mucho más que Lenin, estaba prisionero en Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita, y pedía socorro en carta a su lejana familia, solo decía :”Enviadme libros, libros, muchos libros, para que mi alma no muera”. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir horizontes, es decir escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón……..
Av. De María Luisa,8 41013 Sevilla
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